Llegó el día del PET

Si amigos, llegó el día de la prueba más esperada. La prueba para ver si todo el sufrimiento ha merecido la pena, la prueba que me hará feliz o me hundirá más en la mierda.

La prueba por la que he tenido que mover cielo y tierra, ha llegado el día.

Me levanté prontísimo, dormí fatal, estuve toda la semana anterior con ansiedad y nerviosa. Mi fiel acompañante, mi madre, vino conmigo, entramos en el hospital, llegamos a medicina nuclear y señores parecía aquello una convención de la ONU, no cabía ni un puto alfiler!

Me llamaron en seguida a mi y a otras dos señoras, una tenía una pinta de cancerosa la pobre, no se la veía bien, la otra era todo alegría, era grandota y me pareció que era feliz, me sonrió. Me suele pasar que en sitios de estos donde solo hay cancerosos, me sonríen, me ven joven, y me sonríen, yo, los abrazaría a todos, en serio, veo a gente cancerosa por la calle y yo iría detrás de ellos corriendo y los abrazaría. No lo hago por que me mandarían a la mierda, pero si vosotros tenéis a alguien con cáncer, abrazadlo, a  mi me reconforta.

Bueno a lo que iba, me metieron en una salita con las paredes de color verde, yo pensé el color de la esperanza, lo que nunca se pierde en estos casos… Me dieron una bata de estas chungas de hospital y me sentaron en una butaca que daba calorcito! Joder que bienestar! Vino la enfermera y me dio un Valium, yo le dije que no lo quería, pero me comentó que el médico necesita que el paciente esté tranquilo para hacerle la prueba, yo si insiste, no diré que no.

Ya entre el Valium y la super butaca calentadora, estaba ahí como Dios, no conseguí dormir, pero si estaba relajadísima, imaginaos, colocón gratis, y bajo supervisión, ideal. Mientras esperaba a que la cosa esta que me inyectan fluyera por todo mi cuerpo me dediqué a escuchar las conversaciones que tenían la enfermera, con el técnico de rayos y el médico, todo muy normal, hasta que se oyó la puerta abierta y ellos flipaban hablando de la metástasis que tenía la señora grandota, si, la señora feliz, me supo fatal, pobre mujer, pienso en ella estos días.

Tocó mi turno y nada en la mesa de TAC para arriba y para abajo, todo muy bien, me trataron muy bien. Me fui a casa muy contenta.

Me dijeron que los resultados una semanita, así que nada, nervios y más nervios.

La prueba final, el PET

Esta vez no cometí el error de la anterior prueba y me informé antes de ir al hospital. Resulta que el PET (Positron emission topography), es una prueba que sirve para medir la actividad metabólica del cuerpo humano, en mi caso sirvió para saber cuantas células cancerígenas había en mi organismo. No es una prueba que conlleve mucho esfuerzo para el paciente, pero si hay que tener un poco de paciencia. Ya que te inyectan un liquidito, el cual tiene que reposar una hora en tu organismo y luego te meten en la máquina de TAC, y ahí te tienen unos 20 minutos, «desfilando» por la pasarela del TAC, entrando y saliendo. El médico me dijo que durante el tratamiento hay que hacer 3 PET, el del principio, el de en medio, y el del final.