Port-a-cath

No os penséis que voy aquí de sabia de la medicina, ni mucho menos, pero hoy empezaré con un consejo: Preguntad siempre a vuestro médico todas las dudas que tengáis, en serio, sobre tratamientos, sobre efectos secundarios, sobre tipos de pruebas, sobre en que consisten las pruebas que te van a hacer, algo que te vayan a poner, lo que sea! Haz el favor de preguntárselo a tu médico, aunque creas que le estás torrando la oreja, es parte de su trabajo. Dicho esto, hoy os voy a contar como fue mi experiencia el día que me pusieron el port-a-cath. Upps! No os he explicado lo que es un port-a-cath, se trata de un aparatito pequeño de plástico, o fibra de carbono, o de que sé yo! Que en el centro tiene una membrana blandita, como un himen, y en un extremo tiene lo que viene a ser un catéter. Este aparatito, que coloquialmente llamo ciborg, aparato o mamotreto,va colocado bajo la piel, encima del pecho y justo debajo de la clavícula, y el catéter va vinculado a una vena. El port-a-cath sirve para que cuando me tengan que poner la quimio lo hagan enchufándome el suero y la medicación directamente al aparato, para así evitar que las venitas de los brazos, que son más finas que las que hay alrededor del corazón, se trombosen, es decir, se saturen, y también ya puestos, hará que mis brazos no parezcan coladores de todos los pinchazos que recibo. Aquí os dejo una ilustración para que podáis entender mejor lo que es.

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Bueno,  a lo que iba, contaros mi experiencia el día que me lo pusieron, pequé de principiante, de no preguntar y me fui ahí a la aventura, sin saber absolutamente nada de lo que me esperaba. Resulta que me metieron dentro de un quirófano, me pusieron la típica telita verde delante de la cara para que no pudiera ver lo que el cirujano estaba haciendo, y me anestesiaron la zona en la que iban a ponerlo. Hasta ahí todo bien, me atendieron estupendamente,fue todo muy bien, de hecho lo tengo tan bien puesto que no os puedo enseñar una foto de mi pecho porque no se aprecia el mamotreto.Lo que si me paso fue que doctor le parecía que estaba demasiado despierta y me atiborraron a lo que ellos llamaban «chupitos», juro por mi vida que jamás he experimentado un colocón semejante, no, no penséis que guay, colocón gratuito, que va, ni mucho menos. Salí de ahí con un bajón que parecía que me había comido 30 pastillas de éxtasis en 2 días, solo hacia falta que se me cayera la baba. Un viaje a las puertas de Mordor fue aquello.